Minúsculo pececillo
era yo
acogido en el remanso de tus aguas
Supe desde ahí que
costilla no eres mujer
Eres océano y se congregan
innumerables pueblos
en tu vientre
A tu llamado expulsan del poder tus hijos a tiranos,
o acuden mansamente los gorriones a picar
en la palma de tu mano
Nacen las alas de la rebelión
de tu plumaje irrepetible
Otras veces, callada,
anónima
y sola
te entretienes en tejer
el hilo que tus hijos
van desmadejando
En tus manos, el pan
De tus manos la obra
De tu garganta las palabras
En tu vasija, el vino
En tus labios el beso
En tus pechos….; recogido el néctar divino
y en tu vientre otra vez el mar
Deposito mi añoranza en tu regazo,
y vuelvo a ser el niño que asoma a la vida
Primero eres la selva que me atrapa en su maraña,
luego la estrella que me indica
el rumbo de salida
Bebo y bebo de tus fuentes de agua fresca,
pero mi sed persiste y persiste
Me alimento día a día
de tus nutrimentos,
pero el hambre de tí
ha hecho de mí
una extraña criatura insaciable
Piedra angular de mi biología
Punto de partida de mis rumbos cardinales
Tú,
arco para mis flechas
Robusto cimiento
de la casa en que habito
Surco en que siembro la semilla de mis perspectivas
He subido a tus vértices más altos
Presentí ahí la infinitud de los horizontes
Cuando bajé tus abismos más ignotos,
sentí temor a lo desconocido
Adivino en tus suculentas curvaturas,
la redondez de la tierra y de los astros
Se va el tiempo mío
igual que corre el agua entre tus dedos
Arquitecta de la cultura que redime
Flor de la esperanza.
Árbol que da cobijo
Lluvia para mis cultivos
Rocío de las madrugadas
Principio y fin de la existencia
Que alguna vez,
dice el Buda,
volveré de nuevo a dormitar en tus entrañas,
y que otra vez
volveré a prenderme de tus pechos
como un parásito feliz
No lo sé
Hoy no podría saberlo
Hoy es tiempo de reemprender la lucha
En antropófago trastornó el oligarca
y pretende devorar a tus cachorros
En los combates por venir
sólo hay cabida para la vida o la muerte
No hay ya lugar
para la indiferencia
Tú, oráculo de la profecía
Pitonisa de los vaticinios
Alfa y omega de mis presentimientos
Tú, el molde en que se funden las palabras
Hálito que me da la vida.
Señálame mujer con tu índice bendito
cuál es mi trinchera y mi lugar
en este nuevo campo de batalla.
Lobo Pardo